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Me agrada caminar en las noches de verano a la orilla del mar. Me fascina observar el tenue brillo de pasión en los ojos de mi amada, mientras la luna refleja su pálida luz sobre el mar. Meditar profundamente sobre lo efímero de la vida. Dialogar sobre el eterno, e innato, anhelo de amar y ser amados que todos albergamos en el alma desde que asomamos a la vida. Siempre dispuesto a escuchar a mi interlocutor con suma atención, respetando sus puntos de vista, aunque no coincidan con los míos.

Me gusta leer (siempre tengo un libro “a mano”). T.V. miro muy poco. Solo ciertos programas y películas. Al cine y al teatro concurro con cierta frecuencia. Con respecto a la música; mi postura es ecléctica. Soy cultor de la "buena mesa". Carnes rojas asadas, mariscos, etc. etc. Adoro el champaña (o el cava) y los vinos tintos. A pesar de lo antedicho, me mantengo "en línea". A decir verdad, todo aquello que complazca los sentidos y el espíritu, va conmigo. La vida, y los goces, se terminan rápido. ¡A por ellos! Me defino como un sibarita, algo voluptuoso, sin caer en la peligrosa trampa de los excesos. Sobriedad, y equilibrio, es la premisa. Soy muy sensual. Lo confieso sin ambages ni “sonrojos”.

A pesar de estar transponiendo el umbral de la madurez, no he perdido mi "fuego de juventud", ni mi capacidad de asombro. Me apasiona viajar. Me agrada el mar. La montaña. El llano. La selva. Todo aquello que ofrezca contacto directo con la naturaleza forma parte de mis predilecciones y goces. Bien dispuesto a los cambios y desafíos (siempre y cuando estos no sean descabellados, o imposibles de llevar a cabo). Podría iniciar una nueva vida, en cualquier momento y lugar, siempre y cuando existiese la motivación, y la mujer, adecuada. ¡Todo por amor! Por cierto que lo antedicho depende de un cúmulo de circunstancias favorables. No quiero crear falsas expectativas, ni intento inducir al engaño.

Mi personalidad no es sofisticada, compleja u dogmática. Sí, es profunda en pensamientos reflexivos. Me encanta el debate inteligente, agudo y... hasta mordaz. ¡Todo con “buena onda”! Me considero un hombre sencillo. Desde luego; ser sencillo no significa ser anodino, trivial, o un mero "superficial".

Aprecio enormemente a aquellas personas que expresan sus ideas, y conceptos, sin hermetismos, y los saben transmitir a sus semejantes. A las cosas hay que llamarlas por su nombre: “Al pan: pan, y al vino: vino”. Cuanta sabiduría hay en este simple refrán. ¿Verdad?

Es muy difícil permanecer imparcial cuando uno habla de sí mismo. Además, es imposible "mostrar el alma" en unos pocos renglones. Tendrás que ir develando paso a paso este "puzzle" de palabras. Ten presente que la decisión final reside en tu mente.